sábado, 18 de julio de 2009

EN EL AMBITO CULTURAL

EN EL AMBITO CULTURAL
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Resulta imprescindible realizar un breve balance de la situación de la Argentina hasta el momento actual en el terreno cultural.
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La importancia que cobra este ámbito en la conformación de una comunidad madura y autóctona es enorme, al punto que me atrevo a decir que constituye una suerte de red que conecta los ámbitos económico, político y social.
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En el terreno cultural se incluye tanto a la formación humanística (filosofía y ciencias del hombre) como a la actividad artística, pues lo científico tecnológico será expuesto en un párrafo aparte.
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Un examen somero permite eslabonar varias reflexiones, que se concentran en una conclusión central:
el proceso argentino de las últimas décadas evidencia un creciente desarrollo de la penetración cultural.
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La consolidación de una cultura nacional se ha enfrentado con el serio obstáculo de la reiterada importación de determinaciones culturales ajenas a la historia de nuestro Pueblo, así como a la identidad que como comunidad organizada necesitamos definir.
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Dos han sido los fundamentales agentes desencadenantes de tal penetración.
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- En primer lugar, la desaprensiva - o interesada - utilización de los medios de comunicación masivos como eficaces factores del vasallaje cultural.
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Ya me he referido a este problema.
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Solo quisiera añadir algunas ideas.
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Me parece evidente que la indebida utilización de tales mecanismos de difusión cultural enferman espiritualmente al hombre, haciéndolo víctima de una patología compleja que va mucho más allá de la dolencia física o psíquica.
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Este uso vicioso de los medios de comunicación masivos implica instrumentar la imagen del placer para excitar el ansia de tener.
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Así la técnica de difusión absorbe todos los sentidos del hombre, a través de una mecánica de penetración y la consecuente mecánica repetitiva, que diluyen su capacidad crítica.
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En la medida en que los valores se vierten hacia lo sensorial, el hombre deja de madurar y se cristaliza en lo que podemos llamar un "hombre-niño", que nunca colma su apetencia.
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Vive atiborrado de falsas expectativas que lo conducen a la frustración, al inconformismo y la agresividad insensata.
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Pierde progresivamente su autenticidad, porque oscurece o anula su capacidad creativa para convertirse en pasivo fetichista del consumo, en agente y destinatario de una subcultura de valores triviales y verdades aparentes.
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- El segundo factor desencadenante del colonialismo cultural tiene su origen en la vocación elitista y extranjerizante de diferentes sectores de la cultura argentina.
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Pese a enarbolar distintos fundamentos ideológicos, tales sectores se han unido en la actitud expectante y reverente respecto de la "civilización" encarnada por pautas culturales siempre externas a nuestra Patria y su creciente búsqueda de conformación del ser nacional.
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En muchas ocasiones me he referido a la sinarquía, como coincidencia básica de grandes potencias que se unen -a despecho de discrepancias ideológicas- en la explotación de los pueblos colonizados.
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Estoy convencido que asimismo existe una sinarquía cultural.
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Obsérvese que las grandes potencias exhiben sugestivas semejanzas culturales; el mismo materialismo en la visión del hombre, el mismo debilitamiento de la vida del espíritu, el mismo desencadenamiento de la mentalidad tecnocrática como excluyente patrón de cultura, la creciente opacidad del arte y la filosofía, la distorsión o aniquilación de los valores trascendentes.
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Un examen superficial de los dos polos principales del poder mundial sólo alcanza a captar las diferencias ideológicas; ahondando en el análisis, surge -entre otras determinaciones igualmente importantes- la cultura como evidencia cierta de la unidad sinárquica.
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Todo argentino que , a través de una actitud libresca y elitista, asimile las pautas culturales de ambas potencias, ya sea asumiendo una visión competitiva y tecnocrática del hombre, como una interpretación marxista de los valores de la cultura, trabaja deliberada o inconscientemente para que la sinarquía cercene irreparablemente nuestra vocación de autonomía espiritual y obstruya interminablemente la formación de una auténtica cultura nacional.

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